Hace bastante tiempo que no escribo aquí, más que un mes es demasiado para un blog pero casi superfluo para su autor. En fin, entre medias he terminado el guión del documental para la Semana Santa turrera, que aún no sé ni si se realizará este año, el siguiente o nunca, pero bueno, ya tenemos los bártulos y ahora hay más posibilidades de fracasar una vez más, no hay mejor motivo para intentar algo que disfrutar del dulce fracaso al terminarlo. Ya sé que me contradigo, destilo un aire de bohemia vanguardia en mis comentarios, pero hago guiones para documentales costumbristas, es mi detestable idiosincrasia que nunca he podido domesticar bien.
Por otra parte, en el mundo Japón ha estado a punto de convertirse en una Atlántida contemporánea. Hablando del país del sol naciente yo he empezado a leer la obra de Murakami, este es el típico comentario por el que más de un amigo mío soltaría un ¡Fantástico! bien irónico, pero bueno, soy un perro verde en un mundo de gallos. La verdad es que el escritor japonés me ha enganchado desde la primera página, su ambiente lleno de descripciones y la forma de mostrar las mismas roza la exquisitez, por eso digo que ya sé leer porque no había visto tanta facilidad en esto de enlazar letras desde aquel joven Muñoz Molina. Uno se siente como Stendhal en la catedral de Florencia cuando pasa las hojas. Con mi voracidad en lo que a cuestión de libros se refiere, no creo que todos sus ejemplares pasen de este verano, la señora Tusquets debe de estar frotándose las manos.
Si os preguntáis cómo me enteré de un autor japonés con nombre de bollo industrial alto en glucosa, creo que leí su nombre por primera vez en un artículo de La Razón, hace ya unos años, es curioso que un papel tan malévolo me recomendara algo tan excelente. Así que tras terminar El Alma de los Invisibles, de García-Otero, he tenido la fortuna de comenzar con este genio. Tokio Blues y Sputnik, mi amor, son los dos primeros títulos que eligió para mí la chica de la tienda, que demostró tan buen criterio en los mismos como para apuntar el nombre de este blog, para pasarse de vez en cuando, espero que no se asuste demasiado con mis paranoias residuales.
Dicen que una página web comienza a tener éxito a partir de cumplir un año, yo aún no veo los maletines con dinero por ningún sitio, pero agradezco cada vez que alguien me comenta o me debate algo escrito aquí. Así que no me forraré con esto, pero al menos alimento mi raquítico ego. Tengo un par de relatos pensados y algunos poemas escritos que iré subiendo, mientras tanto seguiré aprendiendo de Murakami, por ahora ya sé leer y eso es un buen comienzo.
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