viernes, 24 de septiembre de 2010

La frase célebre de la crisis.

Dijo el más sabio entre los sabios: Si la vida te pone barreras, sé legal y ve a un constructor para que te haga un presupuesto de derrumbe, sin saber cómo ni porqué, saldrás de su oficina con un contrato de permuta en el cual se estipula el derrumbe y reconstrucción de camino para el paso personal con las condiciones contractuales de las dos partes interesadas, luego contacta con un aparejador de confianza que te haga un buen proyecto que firme su arquitecto con las condiciones que ponga el perito del ayuntamiento, págalo todo y espera, a los dos meses sin cambios, contacta de nuevo con el arquitecto que transmitirá las quejas a su abogado, que a la vez las delegará en el estamento público que no da las licencias pertinentes y necesarias para el derrumbe y posterior construcción de un camino por el que pasar, pateate la secretaría y oficinas de la concejalía de obras públicas, donde la única excusa que pondrán es que la cosa está muy parada, fue un mal momento para invertir en ladrillo y que no se conceden permisos de obras por parte de diputación, pégate un viaje a la capital para intentar solucionarlo lo más rápido posible y tras 18 ventanillas visitadas desiste porque si tu obra no conlleva beneficios para la administración no van a firmar ni un solo papel en tu favor, por lo tanto decide hablar con tu contable para la retirada de los materiales alquilados hace ya mucho tiempo, con la respuesta de que estás endeudado hasta arriba y que deberías pedir un préstamo en tu sucursal bancaria de confianza. Tras una reunión con el director de tu banco de toda la vida, sales con un préstamo bastante engordado debido a la aceptación de un suelo del 2% y a la creación de unos beneficios tácitos del 4,2% bajo la cláusula de interés variable, te dicen que es un buen "business" porque los intereses han bajado mucho en USA y pese a que tu dinero aquí ya no es suficiente, en el mercado americano tiene una valía espectacular, total, que sales del banco sin saber si te han dado o no dinero, pero con el suficiente efectivo para mantener el alquiler de la barrera hasta final de año y poder permitirte unas humildes vacaciones a China con tu adorable familia. Mientras descubres los secretos de la cultura del arroz y disfrutas de lo bueno que es ver mundo, no tienes ni idea de que tu dinero está dando vueltecitas muy graciosas por todo el universo de la globalización, es decir que se lo van pasando de banco en banco hasta que se convierte en una especie de basura monetaria que sirve para engañarse unos a otros, claro que si en vez de basura lo llamamos "Mortgage Back Securities" pues la cosa coge un glamour inesperado y si encima están pasando por las zonas VIP de medio mundo económico, pues ya ni les cuento. Al volver a casa te encuentras con unas 700 llamadas perdidas de tu contable para decirte que el Euribor ha subido, hasta ahora tú solo habías visto eso del Euribor comiendo después de trabajar en las noticias porque en el Marca no suelen hablar de esas cosas, al parecer es el índice que se une a nuestro dinero y como entre ellos se han estado peleando por ver quién se pasaba más basura, pues han subido los tipos de interés y vamos a tener que pagar más de lo que nos hemos llevado, al parecer el dinero es algo que dura 20 segundos en tu sucursal y a los 50 vuelve de 18.000 bancos distintos convertido en una caliente y sabrosa deuda para tu cuenta bancaria. Para más INRI, te llaman del trabajo y te dicen que estás despedido porque la cosa está aún más parada, buscas al constructor y su oficina tiene unos sospechosos maderos clavados en las ventanas, un cartel de "Nos hemos trasladado" y su móvil al parecer ya no existe. En esta situación de urgencia intentas vender la barrera y solo encuentras a un comprador con cara de buitre y que te da cuatro duros por ella y por el oro de tu mujer, al final las deudas te comen, no encuentras trabajo y practicamente en la calle, disfrutando de los lunes al sol, haciendo huelga el 29 de septiembre aunque igualmente no tenías dónde ir y cagándote en la bendita madre del más sabio de todos los sabios.

martes, 21 de septiembre de 2010

Recuerdos.

El dibujante argentino Quino, creador de Mafalda, tiene una filosofía de vida bastante curiosa, resumida en este breve texto:

Pienso que la forma en que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: Uno debería morir primero para salir de eso de una vez. Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí. Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación. Luego fiestas, parrandas, alcohol. Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estés listo para entrar a la secundaria. Después pasas a la primaria y eres un niñ@ que se la pasa jugando sin responsabiliddes de ningún tipo. Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo…
¡¡¡ESO SÍ ES VIDA!!!

Supongo que el alzheimer tiene algo que ver con los pensamientos de Quino, hoy se "celebra" el día mundial de una enfermedad degenerativa que ironías de la vida te devuelve a la añorada juventud, divino tesoro que diría la canción, tu memoria pasa de ser un colorido cuadro a un lienzo en blanco, te apagas tan despacio como una vela, suena a triste, verdad, pero para algunos a los que la soledad de la vejez los atrapa, es casi un alivio pensar que no se van a dar cuenta de lo que les pasa, es la pena de esta sociedad. Este es mi pequeño homenaje para los que la sufren, pacientes y familiares, dicen que lo último que recuerda un enfermo de alzheimer son las canciones de su juventud, como si la armonía de la música se grabara en sus mentes para acompañarlos en el último tramo de su vida.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Miedos@s Racionales.

La vida es una película de miedo con un toque de palomitas y refrescos, que producen un efecto placebo bastante balsámico. Somos lo que queremos percibir y para comprenderlo, los distintos tipos de dudas, entre ellos el miedo, son la mejor terapia de choque para ese psicoanálisis que es nuestro paso por este mundo, de ello depende nuestra socialización y el control de calidad de nuestro entorno.

Desde la más tierna infancia no soportamos las habitaciones oscuras y no nos fiamos de cualquier extraño, aunque sea un señor de blanco que nos acaba dando una piruleta, en la comprensión de nuestro entorno está nuestro crecimiento como personas, y pasamos de ser simples entes habitadores para convertirnos en pequeños Sócrates con pelillos en el bigote.

En la adolescencia los miedos se exageran debido al subconsciente hormonado que nos provoca la pubertad, tenemos miedo al otro, al distinto, al desigual, las convicciones sobre nuestra forma de ver las cosas se van afianzando y es la etapa en la que empezamos a comprender el abismo que se nos viene encima, de repente, alguien ha cortado la red de seguridad que nos ofrecían nuestros padres y la soledad gigantesca que provocan tantos cambios es un proyectil que nos transporta a un lugar desconocido, esa es la madurez.

La misma que nos llega sin motivo ni aviso alguno, quizás no somos conscientes ni de si lo somos y es posible que algunos nunca lleguen a tenerla, es la balanza de la vida, en la que comprendemos que somos efímeros, que pese a todas las patadas que te pueda dar tu existencia nunca hay que temer a nada, siempre hay que intentar enseñar ese lado agradable del mundo a nuestros predecesores y que todos los errores tienen una solución y una lección, aprendemos a protegernos en nuestra coraza que tiene mucho que ver con las convicciones creadas durante la adolescencia, los pilares en los que se basa nuestra conciencia, ya sean trabajo, familia, amigos o coleccionar sellos, eso lo elige cada uno.

Tras tantas situaciones solo se mantiene una cosa en nuestras mentes que nos quita el sueño, esa es la muerte, el fin de todo, pero de eso se encarga la vejez, esa tercera edad que nombran las frías estadísticas, en la que solo legamos nuestra experiencia al mundo, como si eso fuera poca cosa. Entonces comprendemos lo que nos ha aterrado durante todos esos largos años, nuestra despedida es lo más natural del mundo, simple evolución. Pasamos una vida entera dudando para terminar aceptando que el temor es el sentimiento más normal, puesto que nos ayuda a salir adelante, y acabamos nuestros días solo teniéndole miedo al propio miedo, puesto que tras tantas batallas vistas y vividas ya no nos queda nada más con lo que atemorizarnos.
 
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