Ayer se produjo
en Andalucía el cambio que much@s veían venir, la Comunidad entera cambió
de hora con la misma disciplina que el quiosquero de Picadilly Square; perdonen
la carga irónica de la frase, pero alguien se olvidó durante estas últimas
semanas de que, al igual que la gran colonia inglesa acogida en este sur del
norte o norte del sur, como prefieran, quizás conducir por la izquierda
comprenda una opción tan plausible y aceptable como otras tantas, desde el
respeto democrático siempre.
Y si es de
tiempos y direcciones de lo que toca hablar, no es más que evidente que el PSOE,
aunque tarde y con sudores en la frente, consiguió eludir el atasco y
emparejarse con un PP que se creía dueño y señor ya de la A-92, que tantas veces criticó
un día, todo hay que decirlo. Tan rápida, fervorosa y orgásmica era la carrera
por el poder que, al final, una señora de uniforme verde los tuvo que parar en
el arcén, y allí los tiene esperando.
Bromas sin
gracia a parte no es mi cometido (ni ganas que tengo, recuerden que soy más
andaluz que el palo de la bandera) el analizar los datos, el PSOE pierde, el PP
no gana tanto como esperaba e IU vuelve a una posición que hace mucho que no
ocupaba, si es que llegó a tenerla alguna vez en la política andaluza y
nacional, la de árbitro. Quisiera centrarme en las reacciones, las que observo
son sencillas, un@s critican o alaban el anacrónico feudalismo del PSOE andaluz,
otr@s obvian o atacan el palpable caciquismo del PP andaluz y tod@s olvidan que
quien tiene la sartén por el mango es IU, de Andalucía, y que viva mi tierra y
su idiosincrasia, miarma.
Y me reservo el
último párrafo para mi gran amigo Javi. Dice
Escolar, no lo digo yo, que ayer una pancarta dejó de abrirse en la
“celebración” del PP en la calle San Fernando, lo pongo entre comillas porque
aquello era más triste que Curro
sin Technicolor. “Gracias Andalucía” dictaba el cartel comercial pues no pasaba
de la publicidad, no se enseñó porque no tocaba, se ganó pero no sirve para
nada y Andalucía ya daba igual. Cuando lo que importa es el líder y no los
ideales, la cara pero no las bases, estas se acaban diluyendo, como una
escultura de un hombre endiosado encima de arenas movedizas.