Cuando me entero de noticias como la de hoy no puedo evitarlo, quizás sea que tengo vena trágica, pero pienso en esta fría mañana, en silencio, quizás algún coche en la calle y otra noche en vela más. Nervios, desde que eran novios y le dio por enrolarse en esa loca profesión que ella odiaba hasta la saciedad, será solo un tiempo para salir adelante decía, tantas ratos de nocturna soledad confirmando aquello de que no hace falta conocer el peligro para tener miedo, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
"No me gusta cuando trabaja de noche, pero bueno, dentro de 2 años ya se habrá acabado todo, se jubilará y viviremos nuestros últimos años viendo crecer a nuestros hijos. Hoy me toca llevar a los dos pequeños al instituto, bueno, qué digo pequeños, ya son dos hombres, se parecen tanto a su padre..." Y suena el teléfono en la fría noche, los pelos de punta, el presentimiento traicionero se vuelve realidad y un grito rompe la calma, cuando el rocío empieza a romper en las calles francesas.
A esa mujer le explicarán que su marido es un héroe, que le van a dar tantos honores como a Charles de Gaulle, porque murió por la libertad, la igualdad y la fraternidad entre pueblos. En su entierro miles de personas lo aclamarán, sus compañeros vestidos de gala y una bandera de Francia enfundando la caja lo llevarán al cementerio, y se lanzarán salvas al cielo para que toda La Galia se entere que ese día es de luto nacional y que allí yacerá para siempre el héroe nacional, Jean-Serge Nérin.
No hay consuelo para una señora que poco le importará tanta parafernalia, ella solo pensará que se le ha ido lo mejor que tenía en la vida, que sus hijos ya no tienen nadie que les cuente las batallas del abuelo y que su lápida representa el dolor más grande que una persona puede sufrir en la vida. Un loco ha matado a su marido por querer demostrar que tiene el poder de Marte en sus armas, pero nadie es capaz de hacer nada al respecto, si volviéramos cien años atrás esto desencadenaría una Guerra Mundial, pero hoy día las relaciones diplomáticas llevan el protocolo y las buenas maneras hasta límites insospechados. Al final, lo que importa es que ya tenemos alguien más que odia ETA en el mundo, pero también, que esta es la imagen que da el único país con terrorismo en Europa y, eso a mí, me da mucho asco y vergüenza.
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