lunes, 8 de noviembre de 2010

Quien no llora...

Érase una vez un señor que le dio por revolucionar su época, se levantó un día y se dijo: "La sociedad no vale nada, he de difundir mi palabra aunque sacrifique toda mi vida en ello." Y sin motivo aparente mayor que su propio amor al mundo, levantó masas con sus teorías de respeto entre hermanos y ataque a los imperialismos. Este señor acabó en la mayor de las pobrezas, humillado en público y con sólo 33 años se nos fue de este mundo, castigado por el imperio que quiso destruir.

Es máxima del estrellato eso de "Vive rápido, muere joven, y deja un bonito cadáver" que dijo James Dean un día, así pasarás de ser un simple genio en lo tuyo, un iluminado, a ICONO social. Todos volverán su cabeza al oír tu nombre y el dinero que jamás soñaste en vida caerá sobre tu tumba, puro merchandising. No hay mejor negocio que el que se crea sobre la parca porque no hay nada más eterno que ella, me atrevería a decir que es mejor que vender droga, sabes que tienes clientela fija hasta que la muerte os separe, no sé si me entienden.

Dos mil años después de morir en la miseria nuestro amigo sigue llenando estadios, en su época llenaba montes que no es poco, además brillantes, oro y las mayores riquezas son exhibidas por los representantes de su "club de fans", que olvidaron eso del madero y la corona de espinas hace tiempo. Las doctrinas que dejó el revolucionario ya no se respetan, "cuestión de la globalización" le venden a su conciencia para sentirse tranquilos, si hasta el limbo se ha ido al limbo. Cenas costosas, las uvas comidas con la mano, precisamente han caído en el mismo pecado que esos antiguos Faustos que intentaron abolir las ideas de su magnánimo predecesor.

Tras tanta hipocresía, se atreven a decirle a una joven madre soltera y en paro que no debe dejar de traer al mundo a otro inculto pobrecito, sin mayores posibilidades en esta vida que hacerles un poco más ricos con el sudor de su frente y su buena y evidente devoción, o que dos personas tan humanas como ellos no pueden hacer crecer en la felicidad a un niño por ser del mismo sexo, eso no está bien visto, es una enfermedad. En cambio el maltrato, el terrorismo o los abusos sexuales si son bien escondidos cuando se trata de un asunto de buena fe, ya saben, hay que seguir vendiendo discos.

Aplaudo a quien sacrifica su vida como aquel hombre por ayudar a los demás, es más lo admiro, pero no entiendo a quien llena las primeras filas de sus conciertos de niños con síndromes varios y los hace besar un anillo, como Judas besó una vez, para enaltecer la imagen de su perfecto negocio, ¿y saben qué es lo más gracioso?, que a algunos de ellos les niegan la entrada en su discográfica, no tendrán currículum suficiente.

Que me critique quien quiera, yo sé muy bien que soy vocal de mi hermandad, pero lo hago por tradición porque de pequeño veía a mi abuela contarme esas historias tan bonitas y a toda la gente de mi pueblo unida en una misma causa, esa es la verdadera idea que me queda de la fe. Pero también en mi infancia veía al tío Gilito bañándose en monedas de oro mientras al final de su calle, sin ir más lejos, había dos o tres creyentes robando cobre para que sus hijos pudieran comer algo... "ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre".

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