viernes, 20 de mayo de 2011

Hoy podría sangrar mi pluma...

Y Respondía don Quijote: ¿Hay encantos que valgan contra la verdadera valentía? Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible. 
Hoy podría sangrar mi pluma, podría llenar de bilis mis folios de papel reciclado, hoy podría soltar toda la rabia contenida, dejar sin adrenalina mi cuerpo. Hoy podría lucirme, podría escribir versos de revolución, podría imitar a Sartré o a Ginsberg y levantar cueros cabelludos con mi tinta. Pero hoy no me toca a mí hablar aquí, hoy es el día de salir a la calle y que hable el pueblo. Por eso, cuando se ataca a la política lo mejor es escuchar a los verdaderos políticos, a los que algún día sintieron que podían cambiar el mundo y, al entender que el sistema era corrupto, decidieron retirarse antes que claudicar en sus garras, hoy le cedo la palabra a un hombre, a un sabio hombre:

"Están hartos. Saturados de discursos y prácticas tramposas. Escandalizados de que tanto ladrón ilustre acapare los flashes y las cabeceras de los informativos en lugar de las crónicas de los juzgados de guardia. Dolidos por causa de la sordidez de las políticas al uso, aparentemente dictadas por esos inventos exculpatorios denominados mercados. Atónitos ante la degradación y caricaturización de conceptos como Justicia, Libertad o Democracia. Zaheridos por el permanente agravio que suponen el despilfarro de una minoría frente a los esfuerzos infructuosos para supervivir, de una mayoría. Lúcidamente rebeldes ante una pasividad generalizada y además cultivada por la cultura oficial instalada en medios de comunicación, el adocenado lenguaje político al uso y los penosos discursos de tantos tenores huecos.
     Se han lanzado a la calle y la siguen llenando sin complejos, poniendo en evidencia a quienes debían y debíamos haberlas llenado antes. Creo que todavía no son plenamente conscientes del valor y del ejemplo de su acción; no sé si han caído en la cuenta de lo que apuntan, de lo que han empezado a entreabrir y orear. Tienen la ingenuidad y la imprudencia de todos aquellos que se han atrevido a decir que el rey está desnudo y que la farsa es eso, una farsa.
     Y lo hacen- a tenor de las declaraciones de sus portavoces- con una finísima mezcla de sentido común, valentía moral y madurez ciudadana que los hace casi únicos en este páramo berroqueño en el que la Ética y los valores ni cotizan en bolsa ni tampoco en las urnas. España siempre se parece a sí misma. Por las trazas se deduce que ellos se suman con fuerza joven a una minoría que siempre ha intentado acabar con esa miseria de nuestra historia. Tienen vocación de mayoría cívica capaz de desalojar de su aconchado caparazón a esa otra mayoría que traga connivente y cómplice.
     Los he acompañado por la calles de Córdoba el día 15 y me he sentido de ellos. A mis años y con la hoja de servicios amarilla de tiempo he sentido el impulso de intensificar ante mí y ante los míos, mi nunca abandonada lucha. Son los nuestros; y esta expresión quiere poner especial énfasis en la acepción de pertenencia que el posesivo conlleva; son los nuestros porque les pertenecemos. Son los nuestros porque rezuman aquella voluntad de cambio que otrora dio sentido a nuestra apuesta política. Lo han dejado claro, son apartidistas pero no apolíticos. Gracias compañeros y compañeras por esa decencia y sabiduría que por desgracia sólo están al alcance de vosotros y unos pocos más
     Creo, como comunista organizado, que nuestra militancia comunista exige de nosotros y a título personal, enrolarnos, comprometernos y engrosar sus filas sin más soldada ni recompensa que la gratificante sensación de que volvemos de nuevo a galopar hacia Utopía; o lo que es lo mismo hacia la honestidad, la justicia, la igualdad y el lenguaje limpio y veraz al servicio de la comunicación de ideas.
     Cuando acabe el coro de grillos en el que el bipartidismo y adheridos han transformado la campaña electoral y asistamos al rigodón de pactos, repactos y contrapactos, no olvidemos que ya hay quien nos mira limpia y organizadamente; ya hay quien nos va a demandar algo más que lo políticamente correcto para hoy y hambre para mañana. Los mejores editoriales, las más incisivas crónicas, los más claros análisis y los juicios más justos no se hacen ahora en los medios (casi siempre mediatizados) sino en las calles y plazas de España. Demostremos que Democracia es mucho más que el rito cuatrienalmente repetido."


Julio Anguita. (18-05-2011)


 
 

jueves, 12 de mayo de 2011

Son cosas de antes.

Ayer leía en mi cuenta de Facebook un comentario sobre un movimiento de tierra en Turre, alguien muy perspicaz contestaba con la ingeniosa réplica que, todo hay que decirlo, a más de uno y de dos se nos ocurre por aquellos lares cada vez que se mueven un poco más de lo normal las tierras del pueblo: Ha sido un Turremoto... En fin, tuvo su gracia hasta que me enteré dos minutos después que había muertos, heridos y miles de afectados. Sin duda quien lo escribía tampoco sabía de la gravedad del asunto, por lo tanto solo queda para la anécdota.

Pero lo que no quedará para el anecdotario, con seguridad caerá en saco roto, es mi siguiente reflexión. ¿De verdad nadie se lo esperaba? ¿de verdad nadie lo había pensado nunca? y, por último, ¿de verdad alguien se ha sorprendido?

Muy de las esquinas tertulianas de las calles de mi añorado pueblo es la frase: "Son cosas de antes", con la que se justifica casi todo lo que se presupone antagónico o desgastado, todo lo que no entra en la razón de cualquier mente joven (sin ánimo de diferencias generacionales, que se puede ser bien mayor y muy joven de espíritu). Esas cosas de antes son las que no cambian con los años, aunque creamos que sí parecen estar solucionadas y, cuando ocurren, cuando salen a relucir de nuevo, solo nos queda la frasecita de marras para poder levar anclas y salir del apuro.

La realidad es muy simple, no avanzamos. Vivimos en una de las zonas sísmicas más peligrosas de Europa, metemos nuestros bañadores de marca en una falla que, si quisiera, provocaría más disturbios que la raja de la falda de aquellos noventeros Estopa, y nos da igual. Nuestros políticos que hasta hace dos atardeceres asfixiaban nuestras cuentas de redes sociales con peticiones de amistad, hacia gente con la que no han cruzado palabra en sus vidas pese a vivir a metros unos de otros. Esos mismos que venden tener la llave anticrisis, el bienestar de ser un nuevo Pablo Iglesias, un nuevo Suárez o Cánovas del Castillo, yo que sé, el nuevo Rasputín liberador de ataduras, ideólogos de la vanguardia social, hoy suspenden sus campañas con pretexto del dolor que provoca la catástrofe, pero quizás sea para evitar la incómodas preguntas de mi reflexión, quizás para pensar una respuesta mejor, para no perder puntos de cara a las elecciones.

Esa respuesta que es casi quimera está clara y es el ya citado eufemismo, yo soy amigo de la palabra pero creo que en este caso la imagen con la que cierro es más clara que todo lo que se pueda decir en discursos o parlamentos, en sesiones plenarias excepcionales. Esta foto podría estar en blanco y negro o sepia, podría estar mancillada por los años, quizás manchada por algo de café o distorsionada por cierta exposición a la humedad en cualquier mueble o cajón perdido. Podría haberse tomado en 1910, en los años 20, en el 38, en el 45 o en 1958 pero no, fue tomada ayer, 11 de mayo de 2011 (maldito 11, por cierto) y con una lujosa cámara HD de un anónimo reportero de una anónima agencia de prensa. Y la única justificación que tiene es: SON COSAS DE ANTES.


 
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